Viajamos juntos por más de dos años, paseamos juntos, nos llevó a la playa, a la montaña, a las sierras… Desayunamos, almorzamos, dormimos siestas, viajamos incontables veces al trabajo…
Mi querido Clio… El auto que remolcamos mil veces: con la grúa, con otros autos, con camionetas.
Lo empujamos incontables veces porque se empacaba y no quería arrancar.
Llegó un momento que estaba más tiempo en el taller que en casa: que las bujías, que el tren delantero, que el arranque, que los carbones, que los cables bujías, que el medidor de nafta, que las luces, que el agua, que pierde aceite, que las gomas, que la batería…
El auto que nos dejó varados en Sierra de la Ventana dos días. El auto que se le rompió el bendito rotor dos veces en un fin de semana. Clio querido, te gasté más plata que si me hubiese comprado un 0km, pero nunca un 0km iba a ser como vos.
Pasamos tantos momentos juntos, risas, charlas, mates…
Te voy a extrañar Clio!
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